“Hay que incluir la enseñanza del uso de estas tecnologías desde muy temprano”, afirmó el director de la diplomatura en Análisis de Datos e Inteligencia artificial, Francisco Tamarit.
La inteligencia artificial (IA) atraviesa a diario a la sociedad. El crecimiento exponencial de esta tecnología basada en la combinación de algoritmos que permiten a las máquinas desarrollar capacidades propias del ser humano, propone desafíos en todos los ámbitos. Con el objetivo de ofrecer herramientas y entornos de trabajo en ciencia de datos, analítica de negocios e IA, la UNVM promueve una Diplomatura a través del IAP de Ciencias Sociales.
“Teníamos una tecnología ortopédica, ahora es antropomórfica, es decir que se parece a nosotros y a nuestra mente”, afirmó el director académico del trayecto formativo, Francisco Tamarit, en una entrevista con la Secretaría de Comunicación Institucional. Acerca de promover el conocimiento en este campo académico interdisciplinario y multifacético, el experto precisó: “Tenemos que tratar de que cada vez haya más opciones de formación para toda la comunidad, hay que incluir la enseñanza del uso de estas tecnologías desde muy temprano y no en la universidad, porque no es un saber limitado solo al mundo de la universidad”.
-¿Cómo fue la evolución de la ciencia de datos y cuál es el impacto actual?
-Estamos viviendo un momento muy particular de la historia de la humanidad. La ciencia de datos es muy antigua, se basa en la estadística que es la ciencia por excelencia de datos, pero desde hace ya 40 años irrumpieron estas tecnologías que llamamos IA basadas en modelar lo que sucede en un cerebro. Son tecnologías que procesan datos y, como un cerebro humano procesa datos basados en neuronas que se conectan entre sí, son capaces de procesar señales y esto está creciendo a un ritmo que no imaginábamos. Estamos viviendo por primera vez un momento en el cual las tecnologías avanzan en su eficacia de una manera muy rápida, acelerada, ya que a medida que pasa el tiempo no solo mejoran, sino que la velocidad con que mejoran crece, y eso nos pone en un desafío porque, mientras nosotros estamos charlando, las cosas están cambiando de una manera extremadamente inusual para los tiempos humanos de adaptación. Es todo un desafío lo que va a pasar a futuro. La eficacia de esos sistemas de IA se multiplica aproximadamente por 600 en 18 meses, es un golpe para nuestra percepción
-¿Tenemos capacidad de asimilar este crecimiento constante?
-Nunca hemos vivido algo tan desafiante. Me crié en un mundo sin internet, donde tener datos era muy difícil, y ahora nos encontramos con generaciones que ya nacen acostumbradas a estas tecnologías. Tienen dispositivos móviles que captan muchos datos de nosotros y sin que lo sepamos van dejando una huella. Alguien sabe qué te gusta comprar, cómo te gusta ahorrar tu dinero, qué películas te gusta ver, cómo es tu modo de escribir, con quién te gusta comunicarte, qué libros te gustan leer; todo está en el celular. Vamos dejando una huella muy grande y eso es muy nuevo en la humanidad. Así perdemos privacidad. Hay gente a la que no le importa, pero hay gobiernos a los que les interesa mucho poder espiarnos.
-¿Qué factores hay que tener en cuenta para considerarla “inteligencia”?
-A veces nos asusta porque estas tecnologías ya no son como las otras que conocíamos que venían a reemplazar nuestra fuerza. Teníamos una tecnología ortopédica, ahora es antropomórfica, es decir que se parece a nosotros y a nuestra mente. Pero hay cosas que esta tecnología no consigue aún, porque son tan rápidos los cambios y las novedades que empiezan a reemplazar o a ser capaces de hacer cosas que creíamos que hacían solo los humanos, como chatear, conversar, reconocer imágenes, aprender a manejar autónomamente. Esto se puede ver en la línea de producción de una empresa, donde un robot inteligente decide cómo soldar, pero también en una clínica donde un médico tiene un asistente que le dice cuál es el diagnóstico que la IA cree que hay. Es una inteligencia que no se condice con lo que nosotros entendemos por inteligencia. Estamos lejos de generar una psiquis, de generar un sujeto, no tenemos una persona, es un algoritmo que procesa información de modo similar al humano por eso decimos no es inteligencia en el sentido de que va a hacer un descubrimiento de algo importante, pero son creativas, hacen buenos dibujos, hablan y escriben mejor que la mayoría de los humanos. Hay una parte que llamamos generativa porque son capaces de crear como nosotros. Si es arte o no es otra discusión. Son programas, no personas, con la particularidad de procesar información como nuestro cerebro. Reproducen nuestras habilidades mentales automáticas. Si algún día tendrán conciencia, no lo sé.
-¿Cómo se forman profesionales ante este escenario?
-Necesitamos formar muchos profesionales en estas áreas porque no es solo un problema de la informática o de las ciencias exactas o naturales, como pasó con la estadística. Necesitamos capacitarlos en diferentes niveles; algunos porque van a trabajar con estas tecnologías, otros porque van a enseñarlas, otros porque van a estar innovando, otros creando. No podemos concentrarnos solo en tener científicos, tenemos que tratar de que cada vez haya más opciones de formación para toda la comunidad. Tenemos que incluir la enseñanza del uso de estas tecnologías desde muy temprano y no en la universidad, porque no es un saber limitado solo al mundo de la universidad.
-¿En materia legislativa se puede avanzar?
-Es un debate que está viviendo el mundo. Hay muchos modelos, es una tecnología que quedó en disputa entre Estados Unidos y China, y otros actores no lograron avanzar, pero hay muchas diferencias entre paradigmas. Yo defiendo que lo hagamos como América Latina, porque tenemos que mirar otras regiones y conformar un bloque para poder participar de estas disputas, en el sentido de disputar una cuota de soberanía que podamos resolver sin tener que depender de comprar recursos que se hacen otros lados, para eso tenemos que partir desde una regulación regional.